TRIBUNA ALTA: «TODO AL GOL», PABLO DOMÍNGUEZ.
Mejores sensaciones y mejor fútbol en la merecida victoria sobre el Málaga. Aún así el Granada fue incapaz de batir en jugada a los boquerones. La carencia de gol es algo más que alarmante. Son ya más de 450 minutos, desde el golazo de Piti en Riazor, sin acertar de la manera más natural en fútbol con la meta rival. Con la dinámica actual parece estar claro que se van a hacer méritos suficientes para la consecución de la permanencia. Sin embargo Abel Resino, que ha declarado que el ataque es la prioridad, tiene muchísimo trabajo por delante. No en vano, el pecado capital de este deporte es la carencia de gol. Más si cabe cuando se generan tantas y tan claras ocasiones como el sábado.
Al menos no es por actitud. El Granada se ha reencontrado con su alma, esa que pareció perdida meses atrás. Se fue netamente superior en intensidad ante un serio aspirante a ir a Europa la próxima temporada. El Málaga, que además venía de tumbar al actual líder en su casa, fue una caricatura de sí mismo ya no por un mal partido, sino por los muchos méritos nazaríes. El voltaje del juego nazarí ha subido considerablemente hasta contagiar a una grada ansiosa de triunfos de su equipo. El ambiente en Los Cármenes vuelve a ser de los que ganan partidos. Se ha alcanzado la tensión competitiva en su plenitud, siendo la línea a seguir que probablemente traiga la quinta temporada consecutiva en Primera División.
Con este guión, la única y principal asignatura pendiente de Abel Resino es la pegada. Sumar horas de trabajo en la parcela de finalización puede devolvernos a la mejor versión de El-Arabi y a la explosión definitiva como ‘killer’ de Jhon Córdoba, al que hasta la fecha tanto le cuesta anotar. Sin embargo no solamente ellos dispusieron de ocasiones tan francas ante los blanquiazules. Fran Rico, Javi Márquez, Ibáñez y Foulquier tuvieron oportunidades como para haber ampliado la renta, como poco, hasta el 2-0. La principal razón para el optimismo: todo llega con trabajo y por lo visto en esta última jornada parece que por fin se está en la sintonía adecuada.
La nota negativa la pusieron los clásicos e inoportunos silbidos a Oier en dos acciones en las que estuvo dubitativo. Estas personas le hacen un flaco favor a su equipo con esto pues lo que hacen es generar si cabe todavía más dudas a su propio arquero. Se trata, ahora mas que nunca y siempre por sentido común, de hacer sentir a los nuestros que pueden lograr aquello que se propongan. A evitar, la siembra de fantasmas que provoquen el auto-sabotaje de la nave nazarí, más si cabe ahora que se ha encontrado el camino.
Durante toda la semana el mensaje que se ha emitido insistentemente desde el seno de la entidad es el de la posibilidad real de la consecución de la permanencia. Para ello se perfila como decisivo el duelo en Vallecas y es que el Rayo no deja de ser un rival directo. Las declaraciones de Rochina así lo reflejan. Cobra si cabe todavía más importancia porque, de ganar este partido, el siguiente es en casa ante el «super Eibar» al que, ganando en Los Cármenes, podría superarse en la tabla dado que se enfrenta al Barça en Ipurúa antes de que el Granada salte al césped.
La ilusión vuelve a crecer. El club ha dispuesto cuatro autobuses que viajarán a Vallecas. El vestuario, mentalizado, recobra la fe en sí mismo. Abel Resino transmite seguridad. La dirección también. La afición empieza a creer, una vez más. Se dan todos los alicientes para lograr el parcial de tres victorias consecutivas antes de aterrizar en el Santiago Bernabéu. Quién sabe, de lograrlo, tal y como están los de Ancelotti, el campanazo sería más que posible ante el vigente Campeón de Europa. Solo hay que acertar con la red.
Lo mejor está por llegar. Vamos Granada.
