TRIBUNA ALTA: «SIN IDENTIDAD», POR PABLO DOMÍNGUEZ
Un punto se sacó de Balaídos, ya no tanto por la alegría del equipo sino más bien por todo lo contrario. El Granada fue casi un espectador más del encuentro en Vigo durante gran parte del mismo. El juego comienza a aburrir y las formas del míster empiezan a molestar. Late la sensación en el granadinismo de que este plantel está capacitado para ofrecer otra cara. Tal vez ésta no diera para estar por encima de la zona tranquila en la que de momento está asentado el equipo, que es la en realidad que le corresponde, pero sí para que su hinchada disfrutase más de los suyos.
Cuesta vislumbrarle una identidad de juego a un equipo que en los primeros cuarenta segundos envía dos balones largos a los puntas. Éstos, lejos de dar lugar a algo productivo, se regalaron favoreciendo las labores defensivas de los locales. Resulta llamativa la anarquía reinante en fase de creación: no se sabe qué hacer con el balón ni se perciben ideas de lo que se pretende. Observando otras propuestas en la misma categoría se sabe a qué quieren jugar la mayoría de los equipos. Los Cármenes mientras tanto, cual paciente en la sala de espera, busca un diagnóstico reconocible para su juego.
Caparrós continúa sin encontrar su once tipo. Las pruebas que el utrerano ha ido realizando únicamente han definido la portería -si es que no lo estaba-, tres cuartas partes de la zaga y a Fran Rico como indiscutibles. El resto no pasan de ser incógnitas que van y vienen acorde al criterio del director de orquesta. Por otra parte, Iturra pierde más balones de los que recupera, siendo en multitud de ocasiones entregas sencillas.
El juego en Balaídos, junto al propio resultado, refleja fielmente la realidad: juego insulso sin creatividad. Se trató de discutir tímidamente la posesión al Celta aunque sin intención, profundidad o efecto. Es lícita una propuesta defensiva que cuando tenga la posesión del balón, sepa cómo desplegar su arsenal. Este Granada, en cambio, se encuentra en tierra de nadie. Se suman algunos puntos, poco a poco, pero sin saber exactamente cómo. El fútbol se compone de dos circunstancias esenciales: qué hacer sin balón y qué hacer con balón. Pues bien, el conjunto nazarí parece no saber hacer otra cosa más que defenderse cual gato panza arriba y dar zarpazos de vez en cuando fruto de acciones individuales que rara vez llevan a algo. La creación en el centro del campo es inexistente. La gran asignatura pendiente del técnico sevillano es enseñarle a los suyos qué hacer de cara a portería.
Curiosamente la sensación de potencial es superior. El Granada es en solitario el plantel menos goleador del campeonato con seis tantos, de los cuales cinco han supuesto ocho de los diez puntos actuales. Esto indica que se rentabilizan bien las dianas logradas y que, bien por falta de valentía o bien por falta de trabajar más el ataque se han escapado puntos que pudieran contar ya en el zurrón rojiblanco. Las carencias en ataque nos van convirtiendo jornada a jornada en la cenicienta de Primera División.
Con todo se intuye un notable talento en las filas de Joaquín Caparrós. Javi Márquez, Fran Rico y Rochina cuando han comparecido juntos sobre el césped han dejado mejor sabor de boca y alguna que otra perla que, tal vez, debiera hacer reflexionar al míster. Es cierto que él ve el día a día del vestuario que la afición desconoce. Sin embargo, es innegable que cuando el talento ha hecho acto de presencia sobre el terreno de juego, las sensaciones han mejorado algunos enteros. Ésto también lo ha de haber visto.
Para finalizar: el gesto del sevillano a la conclusión del choque apretando el puño como si de la victoria en San Mamés se tratara, deja una imagen un tanto conformista con un juego gris. Por mucho que un punto en la élite sea «la leche», la actitud ha de ser un tanto más ambiciosa. De lo contrario, podría cuestionarse si los claroscuros son fruto de este tipo de detalles. Lo que es toda una realidad es que se espera más de un experimentado y contrastado entrenador como es el que actualmente dirige al buque insignia del deporte granadino porque ha demostrado ser capaz de ello. Para muestra, las dos temporadas que metió al Sevilla en Europa e ídem en otras dos ocasiones con el Athletic.