TRIBUNA ALTA: «PATRIMONIO POZZO», PABLO DOMÍNGUEZ.
El empate ante el Athletic Club dejó luces y sombras, las propias de un equipo en construcción. Los de Abel Resino crecen en ímpetu e intensidad aunque se resienten en la que es la gran asignatura pendiente del Granada en esta categoría, el gol. Le cuesta un mundo a la escuadra rojiblanca acertar con el arco rival pese a haber evolucionado en la elaboración y en la generación de ocasiones. El tiempo corre en contra de los intereses nazaríes, siendo éste asimismo un factor esencial en el ensamblaje ideal de las piezas que componen el puzzle del nuevo sistema.
Lo que parece estar del todo claro es que esta manera de afrontar los encuentros hará que el Granada cuaje una segunda vuelta mejor que la primera. La duda es si será suficiente para estar un peldaño por encima del descenso a la conclusión del campeonato. El infortunio parece sobrevolar al plantel granadino entre lesiones y resultados que no acaban de ser totalmente satisfactorios. Es, sin ánimo de ser pájaro de mal agüero, la clásica dinámica de los conjuntos que anualmente acaban recalando en las tres últimas plazas de Primera División. Amén de muchas otras cosas, es necesario un golpe de suerte.
Pese a todo y aún en caso de no alcanzar la permanencia, el drama sería relativo. Este sistema convierte al club de Los Cármenes en un conjunto ascensor condenado a cabalgar entre primera y segunda división y aunque con el mismo sistema Udinese llegara a disputar Liga de Campeones, es una raya en el agua. El modelo de formación y explotación de jóvenes promesas no da para mucho más, pues es el negocio de la familia Pozzo. Para lo bueno y para lo malo, este es el patrimonio que a día de hoy sufre y disfruta la ciudad de la Alhambra. Para aspirar a algo más que la mera continuidad en la élite es imprescindible dar continuidad a las plantillas en vez de armar una nueva anualmente.
De todo ello parece estar tomando conciencia la afición que arropa incondicionalmente a sus hombres. Entre ésto y el hecho de que el vestuario ofrece otra imagen y otras sensaciones mostrando el pundonor y coraje que le faltaba, la escalada resulta más factible. El único espejo en el que ha de mirarse el Granada es en el suyo propio. No se trata de ser mejor que el Elche o cualquier otro equipo que marque la permanencia, sino de subir el nivel y el voltaje del fútbol desplegado para exprimir con opciones las pocas oportunidades que restan de estar entre los diecisiete mejores de la mejor liga del mundo. Para ser mejor que los demás, primero ha de mejorarse a sí mismo. A partir de entonces, tal vez, la diosa fortuna le sonría por fin. No en vano, la suerte la disfruta quien la busca.