Granada CFOPINIONPORTADA

TRIBUNA ALTA: «INDOLENTE», POR PABLO DOMÍNGUEZ.

Granada Club de Fútbol.
Sección de análisis y opinión del Granada C.F. en Granada Deporte por Pablo Domínguez, (@PabloDgzRg).

La visita a la Rosaleda echó más leña al fuego en lo que al juego del Granada respecta. Y es que al margen del gol nada más comenzar el encuentro, más fruto del azar que de la propuesta de Caparrós, el planteamiento fue cicatero hasta que se vio por detrás en el marcador. Fue entonces, y solo entonces, cuando se produjeron la mayoría de los escasos acercamientos a los dominios de Kameni durante el encuentro. El colmo de todos los males del cerrojo rojiblanco fue la remontada local, ya entonces con diez efectivos sobre el terreno de juego.

Poco importa que el segundo tanto del conjunto malacitano se produjera de manera irregular, pues el penalti por mano de Iturra no fue tal, dado que el chileno despeja con la pierna izquierda el envío de ‘Samu’ Castillejo. El conjunto nazarí se fue deshilachando con el paso de los minutos tras el fulgurante inicio, únicos minutos del choque en los que se percibían dudas en los anfitriones. Hacia la primera media hora de juego los boquerones ya se habían recompuesto y, aunque sin éxito, comprometieron la meta de Roberto en numerosas ocasiones.

En el descanso, el comentario entre los aficionados locales era positivo. Una vez había logrado el Málaga arrinconar al Granada, era cuestión de tiempo que se produjera el error en las filas rojiblancas que propiciase primero el empate y después la remontada. Los de Caparrós, indolentes, eran un globo desinflándose lenta e inexorablemente mientras que los de Javi Gracia fueron a más hasta alcanzar su punto álgido en la consecución de la remontada. Por suerte para los de la Alhambra el Málaga ya estaba con diez por lo que poco más pudo hacer.

Ya con el partido agonizante llegó el arrebato de casta granadino buscando obrar el milagro. Un milagro que se acarició merced al poste de Nyom pero que finalmente se escapó; porque sí, es oportuno hablar de milagro visto el juego propuesto por el plantel. Si el cántaro no va a la fuente, ciertamente es complicado obtener agua. Sin embargo, cuando va en demasía, habitualmente acaba por romperse. Bien reflejadas se ven ambas escuadras en este concepto, fundamentalmente el Málaga: tuvo más posesión, generó más y mejor fútbol lo que en consecuencia les llevó a las ocasiones, a los goles y finalmente a la victoria.

Partiendo de la base de que el Granada es un club humilde cuya única meta es la permanencia en la mejor liga del mundo, seguramente Joaquín Caparrós sea el técnico más apropiado para este proyecto. Sin embargo, el Granada parece haber perdido esa tensión competitiva que les había insuflado el utrerano. Era, precisamente esa tensión, la que le diferenciaba del juego de esta plantilla la temporada pasada. Con balón las ideas afloraban y sin balón la presión llegaba ordenada hasta algo más allá de medio campo. El carácter del vestuario se diluyó a partir de la derrota ante el Levante.

Es pronto aún para hablar de urgencias o de una situación complicada. El Granada ya sabe en este curso lo que es ganar como local y a domicilio en todo un estadio como San Mamés. A ello se añaden dos empates ante el Elche y el Villarreal. Ello le otorga a los nuestros ocho unidades que los mantienen a cuatro por encima de los puestos de descenso. En cambio, la dinámica y fundamentalmente la imagen que ha ofrecido el plantel en sus últimos tres encuentros no invita al optimismo. Y eso, que los dos próximos envites ante Rayo Vallecano en Los Cármenes y ante el Eibar en Ipurúa sobre el papel se presentan factibles para puntuar antes de recibir al Real Madrid.

Si por casualidad se diera la circunstancia de encadenar otras tres derrotas más, cosa que nadie desea, Joaquín Caparrós se vería contra las cuerdas aún con todo el crédito con el que llegó a nuestra ciudad. Lo cierto es que tal y como se está desarrollando la competición ni los de Paco Jémez ni los de Gaizka Garitano se perfilan fáciles de tratar. Se están mostrando como equipos sólidos, con ritmo y aparentemente asentados en la competición desde el comienzo. Coyuntura compleja para el técnico sevillano que, como poco, tiene la tarea de ahuyentar fantasmas. No hacerlo podría suponerle más temprano que tarde la primera gran queja general de Los Cármenes, algo que el bueno de Lucas tuvo que soportar en más de una ocasión.

El viernes de la próxima semana el granadinismo volverá a estar con su equipo. Turno de éste para continuar cambiando la historia en Los Cármenes, lugar donde la pasada temporada prácticamente solo se vieron derrotas locales. Resta una asignatura pendiente en competición oficial: lograr la victoria sin encajar. ¿La lograremos ante el Rayo Vallecano?

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