TRIBUNA ALTA: «CUESTIÓN DE FE», POR PABLO DOMÍNGUEZ.

Convulso final de 2014 e idéntico inicio de 2015. Caparrós no cuaja. Son ya trece partidos sin saborear la victoria con el segundo entrenador que más derrotas lleva, ya en solitario, en toda la historia de Primera División. Lo hace además, habiendo disputado 132 partidos menos que el tercero: Irureta. El dato es demoledor. Paradójicamente, con la lluvia de críticas que empapa en estos momentos a un Granada C.F. en descenso, su máximo mandatario ha dado un puñetazo encima de la mesa del vestuario disipando todas las dudas.
Apoyo incondicional «aparentemente» a «su entrenador» y toque de atención a El-Arabi por sus declaraciones, a Success por tomarse más vacaciones de las que le correspondían y a Nounkeu por negarse a ser convocado. Este último alega que el técnico no habla con él desde su llegada, lo que resulta cuanto menos espinoso. Con todo, Caparrós seguirá y ninguna pieza clave saldrá. Lass es la primera de las, en teoría, numerosas incorporaciones que precisa un conjunto desdibujado en todas sus líneas e incapaz de contener los envites de cualquiera de sus rivales. El juego es sencillamente lamentable: desganado y sin intensidad pero no es lo peor. Ni se ve, ni se atisba mejoría más allá de las intenciones transmitidas en las palabras de técnico y jugadores.
Del caos sale el orden. Las situaciones más difíciles y duras suelen acabar por cohesionar grupos, si es que éste realmente desea revertir la situación. La reacción de Rubén Rochina en Los Cármenes y en redes sociales saliendo al paso de las críticas así parecen reflejarlo. De momento, solo son meras palabras que semana a semana se lleva el viento. La afición está desencantada, desalentada y crispada por la indolencia crónica que padecen sus jugadores, aquellos que portan el escudo de la institución que desata su pasión. Todas las partes se entienden, lo necesario es que ambas hagan por reencontrarse.
Lo más sensato: que este sábado se llene el estadio y que durante el partido la animación sea total, indistintamente del marcador. Antes del partido durante las alineaciones y a la conclusión del mismo que cada uno ejerza el derecho de expresarse como quiera. Insisto, cualquier otra cosa sería contraproducente para la permanencia del Granada que a la postre es lo que nos interesa a todos.
Razones para la esperanza… pocas. Únicamente leves similitudes con el Rayo Vallecano a estas mismas alturas de la temporada pasada, Lass y las nuevas incorporaciones más necesarias que nunca. El resto es humo. Todo lo que no pase en primer lugar por el compromiso absoluto del vestuario, nos enviará a segunda división con total seguridad. La única buena noticia entre tanta tormenta es que la cúpula directiva al completo ha mostrado la intención de no dejar salir a ningún futbolista en caso de descenso en busca de un virtual retorno a Primera. Lo más coherente en una buena gestión.
No se guardan muchas esperanzas en la permanencia, más allá del fino hilo del anhelo por seguir soñando. Clavos ardiendo a fin de cuentas. El único tal vez, y no es deportivo, es la gestión de la dirección. No deja de ser la mejor que hemos tenido en más de 35 años. Cada decisión que se ha tomado temporada tras temporada nos ha deparado alegrías desde que llegó. Si la cúpula cree que con lo que hay llegará la consecución de la quinta temporada consecutiva en la élite, no hay más que apoyar y darles el voto de confianza que se han ganado con creces. No perdamos la humildad del drama reciente de 2ªB ni los sueños de grandeza en los que nos encontramos. La dualidad entre ambas es necesaria para valorar dónde estamos y de dónde venimos.
A partir de todo lo anterior y del pundonor del vestuario se podrá comenzar la reconstrucción de un equipo caricaturizado por sí mismo. Dicho esto, se antoja utópica la salvación con el desgobierno patente por parte de Joaquín Caparrós y la desidia de los suyos. Han perdido el respeto del aficionado. Sería milagroso que lo recuperaran, implicaría la continuidad una temporada más entre los grandes. Las jornadas comienzan a apremiar.